miércoles, 28 de febrero de 2007

Salvar el mundo

El prestigioso biólogo norteamericano Edward O. Wilson recibirá el próximo 8 de marzo el premio TED 2007 por su libro La creación, del que brindamos aquí un anticipo. La distinción honra a quienes luchan para preservar la vida en el planeta. Wilson, también ganador del Pulitzer, fue quien acuñó la expresión "biodiversidad".


Carta a un Pastor: saludo inicial
(por Edward O. Wilson)

Estimado Pastor:

Aunque no nos hemos encontrado personalmente, tengo la impresión de conocerlo bastante y me siento autorizado para dirigirme a usted como amigo. En primer lugar, tuvimos la misma formación religiosa, pues me crié en Alabama, en el seno de una familia baptista, congregación cristiana fundamentalista de los Estados Unidos. Respondí al llamado evangélico y fui sumergido literalmente en las aguas. Si bien no comparto ya las creencias cristianas sobre la intervención divina, estoy seguro de que, si nos encontráramos y habláramos sobre nuestras más íntimas concepciones, lo haríamos en un clima de respeto y buena voluntad porque nos unen muchos preceptos de conducta moral. En la medida en que estas cosas puedan todavía influir sobre la cortesía y la gentileza, quizá también tenga importancia el hecho de que los dos nos dediquemos a tareas intelectuales con un espíritu humanitario.

Le escribo para pedirle ayuda y consejo. Desde luego, no hay manera de eludir las diferencias que separan nuestras respectivas cosmovisiones. Usted acepta el carácter trascendental de las Sagradas Escrituras judeocristianas y cree en la inmortalidad del alma. Para usted este planeta es una suerte de estación hacia una segunda vida eterna pues la salvación está garantizada para los redimidos en Cristo.

Yo, en cambio, soy un humanista laico. Creo que la existencia es lo que hacemos de ella en cuanto individuos; que no hay garantía alguna de vida después de la muerte y que el cielo y el infierno los construimos nosotros, en este planeta. No hay para nosotros otra morada. Pienso que la humanidad surgió en la Tierra por la evolución de formas inferiores de vida a lo largo de millones de años; para decirlo sin pelos en la lengua: que nuestros antepasados fueron animales similares a los grandes simios. En mi opinión, además, la especie humana está adaptada física y mentalmente a la vida en la Tierra y no en cualquier otro lugar. No obstante, compartimos un código de conducta ético fundamentado en la razón, la ley, el honor y su sentido innato de la dignidad que algunos atribuyen a la voluntad de Dios.

Usted hablará de la gloria de una divinidad invisible; yo, del esplendor del universo que por fin se nos manifiesta. Usted dirá que Dios se encarnó para salvar a la humanidad; yo diré que Prometeo robó el fuego sagrado para liberar a los hombres. Puede ser que usted haya alcanzado ya la verdad última; yo la busco aún. Es posible que yo esté equivocado o que usted esté en el error. También es posible que los dos veamos sólo parte de la verdad.

¿Acaso estas discrepancias en nuestra cosmovisión nos separan en todo? No lo creo. Tanto usted como yo, como todos los seres humanos, bregamos por alcanzar las mismas metas de seguridad, libertad de elección y dignidad; en suma, por una causa que a nuestro parecer nos excede. Si está de acuerdo, podemos intentar encontrarnos de este lado de la metafísica para encarar el mundo real que compartimos. Lo digo de esta manera porque está en sus manos resolver un enorme problema que me preocupa por demás y que espero que a usted también lo preocupe: le propongo que dejemos de lado nuestras diferencias para salvar la Creación. La defensa de la naturaleza es un valor universal que no proviene de ningún dogma religioso ni ideológico, y que no implica tampoco respaldarlo. Por el contrario, está al servicio de toda la humanidad sin discriminación alguna.

Reverendo: necesitamos su colaboración. La Creación -la naturaleza viviente- está en riesgo. Los hombres de ciencia estiman que si la transformación del hábitat natural y otras actividades humanas destructivas continúan con el ritmo actual, la mitad de las especies animales y vegetales de la Tierra se habrán extinguido o estarán en peligro de extinción al terminar este siglo. Tan sólo las alteraciones del clima harán que el 25% de las especies existentes alcancen esa peligrosa situación en los próximos cincuenta años. Según las estimaciones más conservadoras, la tasa de extinción actual es cien veces mayor que la existente antes de que los seres humanos aparecieran sobre la Tierra, y se prevé que se multiplicará por mil por lo menos en los próximos decenios. Si no conseguimos disminuirla, el costo para la humanidad en riquezas, seguridad ambiental y calidad de vida será catastrófico. Estoy seguro de que ambos opinamos que, por humilde e insignificante que sea, cada especie es una obra maestra de la biología que vale la pena conservar. Cada una de ellas posee una combinación única de rasgos genéticos adaptados con bastante eficacia a un ámbito determinado. Aunque sólo sea por prudencia, debemos actuar rápidamente para evitar la extinción de especies naturales y el consiguiente empobrecimiento de los ecosistemas terrestres, es decir, de la Creación.

Llegado a este punto de la lectura, bien se puede preguntar usted: ¿por qué soy yo tan importante en esta cruzada? Simplemente porque la ciencia y la religión son las fuerzas más poderosas en el mundo de hoy.

Uniéndolas en pro de la conservación biológica, pronto podríamos resolver el problema que se nos plantea. Si hay un precepto moral que gentes de todas las creencias comparten, es que nos debemos a nosotros mismos y a las generaciones futuras un medio ambiente bello, rico y sano. Me sorprende que tantos líderes religiosos -que representan a la gran mayoría de la humanidad en la esfera espiritual- no hayan incluido decididamente la protección de la Creación como parte sustancial de su magisterio. ¿Creen acaso que la ética sólo incumbe al ser humano y que la preparación para la vida ultraterrena es lo único que importa? Aun más desconcertante es la convicción, tan común entre los cristianos, de que se avecina el Segundo Advenimiento y que la situación del planeta, por ende, no tiene demasiada importancia. En todo el mundo hay millones de personas (entre ellos, 60% de estadounidenses según una encuesta reciente) que creen al pie de la letra en las profecías del Libro del Apocalipsis. Muchos de ellos creen que en el lapso de su breve vida llegará el Fin de los Tiempos; Jesús volverá a la Tierra y los redimidos por la fe cristiana ascenderán en cuerpo y alma al cielo, mientras que los otros soportarán tiempos muy difíciles y sufrirán la condenación eterna si mueren sin redención. Como los malditos de las generaciones anteriores, esos condenados morarán en el infierno durante sextillones de años, tiempo suficiente para que el universo se expanda y alcance su muerte entrópica, y también suficiente para que innumerables universos similares nazcan, se expandan y mueran también. Aun así, esa cifra aterradora de tiempo sólo será el comienzo de los tormentos para las almas condenadas al infierno: todo ello por un error de elección religiosa cometido en el lapso infinitesimal que constituyó su vida sobre la Tierra. Para los que creen en esta forma extremista de cristianismo, el destino de diez millones de formas vivientes distintas carece de importancia. Abrigo la esperanza de que concuerde conmigo en que esta doctrina y otras similares no son un mensaje de esperanza y compasión sino de desesperación y crueldad. No nacieron del seno del cristianismo. Cualquiera sea su respuesta a mi ruego, permítame proponer una ética alternativa que, según espero, juzgará aceptable al menos en parte. Nuestro cometido más importante en el siglo XXI consiste en conseguir que todos los seres humanos alcancen un nivel de vida digno protegiendo al resto de las formas vivientes en la medida de lo posible. Hoy en día, la ciencia aporta algunos argumentos a la ética: cuanto más sabemos de la biosfera, tanto más compleja y hermosa nos parece. En este sentido, el conocimiento es como una fuente mágica que se jamás se agota. La Tierra, en especial la frágil película de vida que la cubre, es nuestro hogar, nuestra fuente, origen último de nuestro sustento físico y espiritual.

Sé perfectamente que en la mente de muchos la ciencia y el ambientalismo están vinculados con la evolución, con Darwin y el laicismo. Permítame postergar por ahora las aclaraciones sobre temas tan enmarañados (a los que volveré más tarde) y hacer hincapié en una sola cosa: la protección de la belleza terrestre y de su prodigiosa diversidad de formas vivas debería ser la meta de todos, cualesquiera sean nuestras diferencias en cuestiones metafísicas.

Para exponer mi punto de vista al mejor estilo evangélico, voy a contarle la historia de un joven recién formado como pastor, tan inflexible en su fe cristiana que pretendía resolver toda cuestión moral con la lectura de la Biblia. Cuando visitó esa especie de catedral que es la selva aluvial brasileña, vio en ella la mano de Dios y anotó en su diario lo siguiente: "No es posible dar una idea cabal de los sublimes sentimientos de asombro, admiración y devoción que inundan y elevan el espíritu ante este prodigio". Eso escribió Charles Darwin en 1832, cuando apenas comenzaba el viaje del Beagle, mucho antes de pensar siquiera en la evolución.

EL AÑO DEL CHANCHO

El pasado 18 de febrero se inició un nuevo año para los chinos, y vale la pena colocar aquí algunas notas al respecto. El año que comienza es el año del chancho; su elemento, el fuego. El calendario chino consta de 12 ciclos anuales y cada uno de ellos es significado con un animal (rata, buey, tigre, conejo, dragón, serpiente, caballo, cabra, mono, gallo, perro y chancho). Además de ello, el zodiaco chino se engarza con cinco elementos (agua, madera, fuego, metal y tierra), que fueron asignados a cada uno de los cinco planetas principales que los chinos de la antigüedad conocieron (Mercurio, Júpiter, Marte, Venus y Saturno, respectivamente). Además de ello, ambos sistemas se engarzan asimismo con el ciclo binario principal: el Yin y el Yang.
"Existe un ciclo binario Yin Yang, que junto al ciclo de los 5 elementos forma un ciclo de 10. Los años pares son yang, y los impares son yin. Cuando se divide el ciclo del zodiaco de los 12 animales en dos, cada zodiaco puede ocurrir solamente en yin o yang: el dragón es siempre yang, la serpiente es siempre yin, etc. Esta combinación crea un ciclo de 60 años, comenzando desde Agua Rata y terminando con Agua Cerdo. El ciclo actual comenzó en el año 1984." (tomado de Wikipedia: Astrología China, CICLOS; para los que quieran enterarse un poco más del zodiaco chino, así como conocer su animal y su elemento, les recomiendo revisar igualmente toda esta página).
Resulta entonces que para los nacidos entre el 22 de enero de 1947 y el 9 de febrero de 1948, es decir, para los que cumplen en este año 60 años, este es un año sumamente especial pues vuelve a repetirse por única vez en su vida la misma situación astrológica que los vio nacer. De la misma manera, es un año sumamente especial para los nacidos entre el 18 de febrero y el 8 de febrero del año que viene, pues estos niños caerán bajo el signo chancho de fuego.

EL CHANCHO DE FUEGO: la combinación ganadora

China se prepara para un "baby boom" en el Año del Cerdo (por Sandra Theumann)
Pekín, 13 feb (EFE).- Las supersticiones del horóscopo chino, que reza que aquellos que nazcan bajo el signo del cerdo serán personas afortunadas y ricas, preocupan a las autoridades del gigante asiático, que vaticinan un "baby boom" en 2007.

(Globos para celebrar la llegada del nuevo año; foto de Claro Cortes, Reuters)

Con la llegada del Año del Cerdo el 18 de febrero, miles de jóvenes parejas se plantean tener un hijo en los próximos doce meses, para asegurarse de que la oportunidad de traer al mundo un retoño afortunado no quede desaprovechada. Este año es importante, además, por la combinación del cerdo con el elemento fuego -uno de los más poderosos entre el agua, la tierra, el metal y la madera-, por lo que hasta aquellos que no pensaban tener un hijo en 2007 se están dando prisa para no perderse la combinación ganadora.
Sin embargo, las autoridades han empezado a mostrar su preocupación por lo que pueda pasar en el futuro, cuando todos esos niños estén en edad de ir al colegio, busquen trabajo o incluso para sus vidas como jubilados. Algo parecido ocurrió en vísperas del año 2000, aplaudido en China como el primer año del siglo XXI y el Año del Dragón -el más propicio del calendario tradicional-, y hoy en día muchos niños tienen problemas para matricularse en las escuelas por falta de plazas.
Tradición, superstición o simplemente "por si acaso", sea cual fuere el motivo del embarazo, estas mujeres están llenando los hospitales de las principales ciudades del país y esperan durante horas en fila para ser atendidas por los médicos. Los efectos de las supersticiones también se están notando en los colegios, ya que muchas jóvenes profesoras se ausentan durante días por motivos de salud, debido a los frecuentes molestias causadas por el embarazo.
El Buró de Sanidad de Pekín prevé el nacimiento de 150.000 niños en la capital china este año, aumento significativo comparado con los 129.000 en 2006, por lo que instó a las futuras mamás a evitar los principales centros de salud de la ciudad para no tener problemas en la atención médica, según el rotativo China Daily.
Wang Yun, profesora de chino de 23 años nacida bajo el signo del cerdo, explicó a EFE que muchas de sus amigas recientemente casadas creen en las tradiciones del horóscopo y se preparan a ser madres antes del final del año lunar del cerdo (el 6 de febrero de 2008). Ella, sin embargo, al no estar casada ni plantearse tener hijos, llevará un fino cinturón rojo -el color de la suerte- con diferentes figuras de cerdos atado a su cintura las veinticuatro horas del día durante los próximos doce meses. Wang reconoció que llevar la cinta roja, tradición que se sigue en el año del animal bajo el cual se nació, "a veces es incómodo para dormir por la noche", pero aseguró que "te protege contra la envidia y el mal de ojo".
Según contó a EFE Chen Yuan, una estudiante de postgrado en Pekín nacida en 1984 -Año de la Rata-, la última vez que fue su año no se puso el cinturón, "pero ahora se ve a la gente usándolo mucho más, en los gimnasios, en la vida diaria", y "puede ser" que cuando le toque otra vez (el ciclo es cada doce años), en 2008, se lo ponga.
Respecto al "baby boom", Chen afirmó que una amiga suya "que no quería tener hijos aún" se ha quedado embarazada este año y, solo por ser el Año del Cerdo, ha decidido no abortar y aprovechar la oportunidad. Chen explicó que hay animales que le gustan más, como la rata, el perro, o el tigre, por lo que no le importaría tener un hijo si coincidiera en dichos años, "pero tampoco lo planearía explícitamente".
Las autoridades chinas han reiterado que mantendrán la política del hijo único para controlar el incremento de la población en el que es el país más poblado del mundo, con más de 1.300 millones de habitantes. Sin embargo, en las ciudades más ricas, las jóvenes parejas ya no están preocupadas con esas restricciones: han ahorrado los suficiente para pagar las multas por el segundo hijo.
Sea el primer heredero o el segundo, una cosa está clara: las mujeres que aún no estén embarazadas y quieran aprovechar esta temporada para traer al mundo un retoño afortunado, deben ponerse manos a la obra cuanto antes.



CODA





















Así se celebra el año nuevo chino en China!

(Adornos en Guangdong, al sureste de China; foto de Claro Cortes, Reuters)


Así se celebró el año nuevo chino en Capón, Lima-Perú!

(foto: Mariana Hare)

sábado, 24 de febrero de 2007

Musicalizando

The Soundtrack of Your Life

Es una tarde soleada de sábado y me provoca escuchar el primer disco de Camera Obscura, Biggest Bluest Hi-Fi. Es un lindo disco; hay algo en la voz de Tracyanne Campbell que simplemente es ideal para una tarde como la de hoy: vengo de ayudar en una mudanza y he decidido tomarme la tarde para mí. No hay nadie en mi casa así que el espacio es mío. El disco corre mientras corren las nubes y a mí se me ocurren miles de cosas... hacer esto (escribirle a algún amigo a la distancia, reordenar mis libros de acuerdo a las necesidades actuales, echarme en el piso, descansar y cantar), hacer lo otro (acariciar a mi gata -la Maga- que ahora me acompaña, ordenar algunos papeles y apuntes que he ido acumulando, pensar en colgar o no colgar un cuadro en la pared), muchos proyectos. Soy una fanática del orden. Digo fanática y no maniática porque no lo hago obsesivamente sino con cariño. Ordenar para mí es como conocer, revisar, volver a conocer, recordar, volverse a ubicar.

Esta semana me he encargado de reordenar mis discos. A mis discos les tengo especial cariño. Son el soundtrack de mi vida. El orden en que los tenía anteriormente era cronológico (el orden cronológico, como el alfabético, son para mí los órdenes más neutros o esquemáticos). Ahora los he reubicado por géneros. Pero siempre es una labor más difícil de lo que parece (más paja de lo que parece!) reagruparlos por géneros, porque hay ciertos grupos que ciertamente no calzan con los géneros y porque los géneros pueden convertirse en cajones estrechos. He tratado de no caer en esas cosas, de modo que he buscado simplemente agruparlos bajo categorías amplias en las cuales quepan diversos tipos. Nada de estrechez, por favor, nada de estrechez. Categorías amplias y móviles donde calcen distintos y diversos géneros y grupos, según yo entienda que tienen aspectos en común. Categorías que me sirvan a mí a ubicar mi música (y a ubicarme a mí dentro de ella). El criterio siempre es personal; las relaciones que se establecen entre los discos (por qué coloco a este grupo al lado de este otro), siempre vienen de uno (“relaciones internas entre los objetos”, las llamaría Wittgenstein). He intentado concentrarme en eso. Y he observado lo siguiente.

1. Hay una gran categoría que la he llamada “clásicos” que es relativamente sencilla de clasificar. Dentro de los clásicos tenemos una rama más folky encabezada por Bob Dylan, Johnny Cash y descendencia; una rama más rockanrollera encabezada por los Beatles y los Rolling Stones; una rama progre (es claro quienes entran aquí); una rama “art rock” donde coloco a David Bowie, Brian Eno y otros camaleónicos de la música; una rama más punky donde se ubican Patti Smith, The Clash, etc.; una rama más pop donde entran, por ejemplo, Abba.
2. Luego vendría, coherentemente, la onda ochentera. Y aquí fue donde empecé a notar las sutilezas (y profundidad) de este asunto, porque me fui imposible separar los discos que componen el bloque ochentero: un bloque que va desde Erasure hasta The Psychedelic Furs, desde Cindy Lauper hasta Clan of Xymox; desde OMD hasta Cocteau Twins; desde Culture Club hasta Siouxsie and the Banshees, pasando por los Smiths, Duran Duran, Echo and the Bunnymen, The Jesus and Mary Chain, Indochina, A-Ha, Depeche Mode, etc. etc. Es decir, desde los sonidos sintéticos hasta la maquinaria más industrial. Desde el Atari hasta las fábricas. No, imposible para mí dividir los ochentas. Siguen siendo en mi constelación personal un bloque variado y polimorfo, pero un bloque al fin y al cabo. Simplemente los puse todos juntos bajo un rubro “80s”.
3. Me topé luego con la era de los noventas y el panorama volvió a cambiar drásticamente, porque así como los ochentas remiten para mí a un bloque, con los noventas se me empezaron a aparecer un sin fin de subgéneros. La cosa empezó a disgregarse radicalmente; y sin embargo, el método que había utilizado para los “clásicos” tampoco funcionaba del todo bien. Me di cuenta pues que la constelación “alterativa” noventera requería de su propia clasificación. Salí del paso de la siguiente manera: a) alternativo – grounge (Pearl Jam, Soundgarden, etc.); b) alternativo – hard rock/post punk (Sonic Youth, Pixies –ven? ustedes creen que los de Sonic Youth y los de Pixies hubieran alguna vez en su vida pensado que entrarían en un mismo género?, y sin embargo para mí son indesligables–, Mr. Bungle, etc.); c) alternativo – post grounge (Better than Ezra, Blind Melon, Collective Soul, etc.); d) alternativo – pop rock (Fountains of Wayne, Spacehog, Weezer, etc.); e) alternativo – brit pop/rock (Blur, James, Pulp, Suede, Stereophonics, etc.); f) alternativo – folk/rock (10000 Maniacs, Chris Isaac, R.E.M., Nick Cave, Mazy Star, The Go-Betweens, etc.); g) alternativo – experimental (la categoría más extraña de toda mi lista) (Björk, Morrissey, Cranes, Galaxie 500, My Bloody Valentine, PJ Harvey, Tori Amos, The Smashing Pumpkins, Placebo, etc. –podrán imaginarse, realmente una conjunción de muchas cosas, pero cosas que para mí van –por algún motivo– unidas).
4. Finalmente, un rubro más con las cosas de ahora (esta categoría recién se está forjando) y uno más de electrónicos.
5. Por otro lado, sigo manteniendo las cosas en español agrupadas juntas (aunque ahí también habría que hacer sus divisiones).
6. Soundtracks tienen su propio espacio. Compilados y recopilaciones (hechos en casa y comerciales) también.

Bueno, este es mi orden. El orden que me salió natural. Y lo más paja de todo esto, aparte por supuesto de irlos escuchando y volviéndolos a descubrir, ha sido darme cuenta, yo mismo, del orden interno (o relaciones internas) que yo les encuentro.
Moraleja: mientras uno mismo encuentre sus propios discos, cualquier orden está bien.

miércoles, 21 de febrero de 2007

The Jayhawks



Hace algún tiempo que quiero hablarles de este grupo. La primera canción que escuché de los Jayhawks, “Stumbling through the dark”, me hizo pensar en lo siguiente: lo viejo puede ser realmente bueno. Ahora he de explicar esta afirmación: “Stumbling through the dark” es una canción cuyo principal atractivo es simplemente ser una muestra extraordinaria y contundente del más puro (y tierno) folk-rock (no del de ahora, sino del viejo, del de siempre: el clásico). No es que los Jayhawks sean viejos. No no no; se trata de una banda que tiene su tiempo ya andando (desde 1985, aunque desde 2003 no se han vuelto a pronunciar) pero cuya producción se ubica entre los 90s y principios del 2000. La canción en cuestión es del 2003, pero bien podría ser de los años 60s. Es hermosa. Original. Sincera y tierna. Posee la cualidad de poder conmover a cualquiera. Y sin embargo, ningún artificio que pueda llamarse “novedoso” la compone. Hay que ser realmente maestros para lograr tanto con tan poco.

El disco que se inicia con esta canción se llama “Rainy Day Music”. Es el séptimo y último disco que hasta el momento ofrece este grupo. El disco confirma la primera impresión que “Stumbling through the dark” te deja en los oídos: el más puro y simple folk-rock de raíces countries (o country-alternativa, como le llaman ahora) se desarrolla, cual clase maestra tanto para aprendices como para expertos, a lo largo de sus 14 temas, explorando todas las posibilidades del género. Tenemos simples y melodiosas canciones, “baladas” (si les quiere llamar así) como “Stumbling through the dark” o “All the right reasons”; canciones más inclinadas hacia el country, como “Save it for the rainy day” o “Angelyne”; muestras del más enérgico rock and roll, bailable por supuesto, como “Come to the river”; canciones fuertes y fugaces, vibrantes como corrientes de viento (de un día lluvioso, por supuesto) como “Tailspin” o “Eyes of Sarahjane”; momentos de lenta tensión como “You look so young”; momentos de inigualable profundidad como “Tampa to Tulsa” o “Will I see you in heaven”.

Todas las posibilidades del género. Todo con los únicos (imprescindibles y clásicos) recursos: guitarras, bajos, batería y algo de harmónica, una genial habilidad para decir lo que se tiene que se decir y una especial sensibilidad para elaborar desde sus raíces el género mismo desde el cual nació el rock (con todas sus variantes) que llega hasta nuestros días. El disco es del 2003, pero bien podría ser de los 60s o pertenecer al futuro. No creo que este disco pueda pasar desapercibido a personas sensibles, ahora, ayer ni nunca. Para mí, quedará definitivamente en la lista de imprescindibles.

The Jayhawks - Stumbling Through The Dark

miércoles, 7 de febrero de 2007

Arcade Fire

The Arcade Fire es un grupo canadiense formado por el matrimonio entre Win Butler y Régine Chassagne, principales compositores y cabezas visibles de este particular colectivo musical, (que se completa con Richard Parry, Tim Kingsbury, William Butler, Sarah Neufeld, Jeremy Gara), un par de fans de la música que un buen día cruzaron sus vidas en Montreal.
The Arcade Fire es un grupo que se asemeja a las guitarras de Joy Division, la emotivita instrumental de Flaming Lips, el tono de voz de David Byrne, el dramatismo y la épica de los primeros Echo & The Bunnymen, lo mejor de Pixies y Talking Heads pero con un aire contemporáneo. Y sobre todo, me permitiría decir que la sombra del "Scary Monster" de David Bowie preside el grupo.
Gracias a su disco debut, Funeral (2004) han logrado convertirse en el grupo favorito de muchos. Es un trabajo melodramático que influenciado por diversos fallecimientos de familiares de la banda -de ahí su nombre- contiene aunque suene a tópico algunas de las piezas más inspiradas de los últimos años. Los canadienses son un soplo de aire fresco que cautiva gracias a unas composiciones que pasan de la conexión Flaming Lips de Neighborhood # 1 (Tunnels) o Wake Up al dramatismo desgarrador de Crown of Love (mi amor crece como un cáncer). De lo inmediato Neighborhood # 2 (Laika) a la emoción que destilan piezas como Neighborhood # 3 (Power Out) o la balada franco-inglesa Une Année Sans Lumière. Se muestran claustrofóbicos Haiti y al momento nos hipnotizan con los ecos orquestales de la increíble In The Backseat, propia de los mejores Sugarcubes.
En una entrevista para Mondosonoro, Win Butler dijo: “Me gusta cosas como ´Brazil´ de Terry Gilliam, obras que tienen las mismas dosis de ironía y drama. Es una película que transmite una idea muy oscura y a la vez tiene toques de slapstick. La mayoría de mis artistas preferidos siguen esas coordenadas, y nosotros lo intentamos, más en directo que en el disco. Hablar de cosas tristes y oscuras de una manera alegre. Es como Woody Allen, que se ríe de todo por muy triste que sea”. Creo que esto demuestra un poco el espíritu del grupo.
No han recibido mucha atención publicitaria, pero sí muchas recomendaciones. David Bowie afirmó que cuando se compró el disco y lo escuchó tuvo que volver a la tienda para comprar 10 cd’s más para regalar a todos sus amigos de lo emocionado que estaba. Franz Ferdinand los escucha y Bono se ha declarado devoto de los canadienses y los tuvo como teloneros en muchos conciertos de su gira “Vértigo 2005”.
El segundo álbum Neon Bible saldrá a la venta el 5 de marzo 2007. Hace tan sólo unos pocos días anunciaron el nombre de su primer single, Black Mirror, que ya se puede escuchar en versión streaming en su página web http://www.arcadefire.com/flash.html (hay que elegir el menu de Win y pulsar sobre el huevo que cae; la canción se cargará después de hacerlo) y que se puede descargar en los foros oficiales de la banda.
Y finalmente, han dado a conocer el listado de su nuevo disco, que es el siguiente:
01. Black Mirror
02. Keep The Car Running
03. Neon Bible
04. Intervention
05. Black Wave Bad Vibrations
06. Ocean of Noise
07. The Well & The Lighthouse
08. Antichrist Television Blues
09. Windowsill
10. No Cars Go
11. My Body is a Cage

martes, 6 de febrero de 2007

El espacio del Corsario

Es maravilloso cuando las cosas toman su propio rumbo. Hace algún tiempo contábamos con la colaboración de nuestro amigo Juan en la columna "Sino Piratas al menos Corsarios", en donde Juan nos comentaba acerca de nuevas películas, haciendo despliegue de su propia mirada y de su propia "pasión". Hace poco, "Sino Piratas al menos Corsarios" construyó su propio espacio de difusión y discusión. Vísitenlo, entusiastas del cine, que encontrarán cosas muy interesantes (por ejemplo, el comentario de Juan respecto de Marie Antoinette).

No es casual lo que está ocurriendo aquí; me provocaría hasta ponerme a escribir algo al respecto. Juan, Mariana y yo compartimos aulas en la especialidad de filosofía de la PUCP. Y los tres, y tantos más, buscamos salir (o sacarla) de alguna manera de allí. La filosofía empieza a tomar las calles... Me da muchísimo gusto.

jueves, 1 de febrero de 2007

THE KILLERS’S TOWN

Don’t you wanna come with me and feel my bones? (track n°8)

He colocado como un punto de mi lista del año 2006 el disco de The Killer, Sam’s Town, y quizá convenga dedicarle unas cuantas palabras. El disco lo compré en noviembre, en este nuevo recinto de la piratería que queda frente al Santa Isabel de Javier Prado (allí, para mi sorpresa, se pueden encontrar cosas interesantes, como por ejemplo las temporadas completas de Dr. House –otro punto en “My List”, track n°9). Noviembre suele ser un mes recargado para mí, a puertas del fin de ciclo, y un día, de regreso de la universidad, en vez de irme de frente a mi casa paré un momento por allí a distraerme, lo encontré y me lo compré. Lo importante en realidad no es cómo lo encontré, sino que una vez que lo hice, el disco empezó a sonar y sonar sin parar en mi radio. Lo puse en el cd-room y no abandonó ese lugar durante unas buenas varias semanas. Imagino que se puede entender a lo que me refiero: cuando uno deja el disco (o mejor dicho, el disco mismo se queda) allí instalado y cada vez que se enciende la radio se enciende con él. El disco, por alguna razón que no me quiero detener a analizar (track n°5: “For Reasons Unknown”), produce una extraña relación con uno mismo: eso es lo que quieres escuchar, así lo hayas escuchado el día anterior, o ese mismo día, o incluso minutos antes. Pues eso me pasó con Sam’s Town en noviembre pasado.

A los Killers ya se los conocía por si primer disco, Hot Fuss (2004). Seguramente todos habrán escuchado esa canción: Somebody told me, that you have a boyfirend, that looks like a girlfriend... con la que se dieron a conocer hace un par de años. Las primeras canciones conocidas no siempre le atinan al espíritu del disco, y en este caso es evidente que no fue así, incluso es probable que esta primera canción que salió al aire en Lima desviara la atención. Generó risas, pero de esas medio burlescas... como diciendo “mira qué gracioso lo que dicen estos chicos sobre el novio que parece una novia”. Hay otras canciones en ese disco que merecen mucha mayor atención. Cuando vuelvo a él, suelo escucharlo de la siguiente manera: pista n°1: “Jenny Was a Friend of Mine”; pista n°2: “Mr. Brightside”; pista n°3: “Smile like You Mean It” (esta dependiendo del estado de ánimo); pista n°6 (la imprescindible): “All These Things that I’ve Done”; las demás, a veces sí a veces no, todo depende del momento. Pero hay ciertas líneas que empiezan a trazarse, que pueden (o no pueden) germinar y tirar para más, seguir desplegándose y enriquecerse (o perderse, estancarse y pudrirse hasta quién sabe cuándo –quizá nunca). Me parece que estas 4 canciones que menciono del primer disco arrojan esas líneas que bien hicieron los Killers en seguirlas en este segundo disco.

En el caso de los Killers estas líneas me remiten a lo que me gusta llamar “carácter glam”. Encuentro (con o sin razón, no me voy a detener a analizar eso ahora) bastante de glam en estos chicos, sobre todo en este disco. Me cuesta decir a qué me refiero con esto de “carácter glam”, pero haré un pequeño esfuerzo solo para insinuar por dónde van mis percepciones. Hay una suerte de recurso por la dramatización, incluso por cierta infantilidad (fíjense, si quieren, en los coros finales del track n°7: “Uncle Jonny”, o en el desarrollo progresivamente dramatesco del track n°4: “Bling (Confessions of a King)”, o en la última canción, track n°12: “Exitlude”)[1], pero sin llegar al drama, sin volverse perdidamente dramático (ni sonsamente infantil). Hay una suerte de dramatización que, bien empleada, funciona de manera genial... ¿Funciona de manera genial en qué, para qué? Me cuesta decirlo, porque no es fácil explicar este tipo de conexiones que uno establece con las cosas (o que ciertas cosas, como la música, establece con uno) (track n°6: “Read My Mind” –mi favorita). Así que voy a decirlo simplemente de manera gruesa. Funciona de manera genial en la transmisión cabal y completa (tan completa que te toma por completo a ti mismo, te abraza, te embarga) de un estado de ánimo. Y aquí tengo, lamentablemente, que hacer dos aclaraciones: 1. Con estado de ánimo no me refiero a un mero sentimiento, no estoy hablando de “subjetivismo”. Estado de ánimo tendría que hacernos pensar, si no estuviéramos tan acostumbrados a no prestarle atención a las palabras, en un estado integral, en un estado en el que uno (con todas sus partes) se encuentra. 2. No es “subjetivismo” en el sentido en que, creo, todos podemos reconocer qué significa estar en un estado de ánimo. Todos sabemos lo que significa, y lo que implica. Todos hemos pasado por ello. Y en ese sentido, lo subjetivo no es meramente “subjetivista”. Pero basta con eso (de lo que estoy tratando de hablar aquí son de mis propias líneas, que habrá que seguir desarrollando).

Vayamos al disco mismo. Para algunos (pienso en mi amigo Gino, por ejemplo) el disco comienza realmente (debería comenzar) en la segunda canción track n°2: “Enterlude”; con ella se inicia un circuito que, cual círculo perfecto, termina con la última canción, track n°13: “Exitlude”. Los nombres propios de estas canciones (y su ubicación) hacen explícita alusión a esto. Pero lamentablemente (para ellos) el disco comienza con la primera canción, track n°1: “Sam’s Town”, que le da nombre al disco además (pequeña cosa; sí, seguramente). Yo prefiero verlo así: “Sam’s Town” está allí como introducción, como guiño, como preámbulo (y qué preámbulo), a la manera en que los epígrafes en los libros de ensayos se colocan para causar cierta impresión o en que algunas películas muestran ciertas imágenes precisas antes de abrir el film para señalar... algo (qué cosa sea este algo, depende...[2]). ¿Y qué hace “Sam’s Town” en específico en este disco? Es una entrada fuerte, vibrante, gritada a toda voz. Es una proclama. Un manifiesto. Una afirmación: somos chicos, jóvenes, cargados de energías (y dudas, búsquedas) y en este momento no nos importa nada más que ser fieles a eso, persistir en la búsqueda, volcar nuestras energías.

Nobody ever had a dream round here / but I don't really mind that it's starting to get to me / Nobody ever pulls the seams round here, / but I don't really mind that it's starting to get to me / I've got this energy beneath my feet / like something underground's gonna come up and carry me, / I've got this sentimental heart that beats / but I don't really mind that it's starting to get to me now / Why do you waste my time? / Is the answer to the question on your mind / And I'm sick of all my judges / so scared of what they'll find / But I know that I can make it / As long as somebody takes me home, / every now and then...

(tendrían que escucharla, la interpretación de Flowers es genial y no dudo que sobre el escenario debe ser mejor aún)

El final nos abre la puerta al universo Sam’s Town: The Killer’s Town. Y aquello que vemos allí, que divisamos a la distancia,

You know I see London / I see Sam's Town / holds my hand and let's my hair down / Rolls that world right off my shoulder / I see London, I see Sam's Town now

es para mí justamente lo que ocurrirá en las siguientes 11 canciones.

Qué sucede con el resto del disco. Las canciones, para mí, elaboran en genial combinación la ambivalencia entre energías e inquietudes de juventud (track n°3: “When We Were Young”). En ese sentido no es una energía impuesta (o impostada) (track n°10: “This River Is Wild”); estos chicos son lo suficientemente valientes como para mostrar (y de qué manera!) sus miedos (track n°11: “Why Do I Keep Counting?”), o los miedos de cualquiera, sin caer, como intento decir, en el mero drama. Y eso, que ya venía anunciándose en el disco anterior[3], es lo que me parece genial del Sam’s Town. Bienvenido sea.


[1] “Cerca de una hora antes del show, Brandon Flowers, cantante y tecladista de la banda... se acerca a un espejo de cuerpo entero para revisar su maquillaje. La banda está por tocar en el Central Park de Nueva York. Tras vender dos millones de copias del álbum debut de los Killers, Hot Fuss (2004), Flowers está en su camarín. Es una noche perfecta. ‘Todos desearíamos estar en otro lugar’, admitió Flowers un rato antes, mirando a lo lejos hacia un árbol que está más allá de la valla que demarca la zona backstage. ‘Pero estamos atrapados aquí. Ahora tenemos que cumplir con nuestro deber’. Y cuidadosamente se aplica delineador con un diminuto pincel: primero el ojo izquierdo, luego el derecho. Después viene la máscara para pestañas, seguida de un rubor brillante en las mejillas. El cabello de Flowers ya está batido, como si lo hubiera peinado la mano de un robot.... ‘Antes usaba mucho más brillo’, dice Flowers. ‘Ahora todo el mundo se maquilla’.” (Mark Binelli, “The Killers. Reyes del rock bailable”, en: Rolling Stone, anuario 2005, p. 63).

[2] Un ejemplo de esto pueden apreciarlo en Marie Antoinette de Sofía Coppola. Véase: infra.

[3] “‘Sigo siendo un devoto’, dice Flowers... ‘No suelo tomar alcohol ni fumar demasiado, y estoy tratando de dejar del todo. Siento que lo que estamos haciendo es muy positivo. Quiero decir: cuando terminamos una noche con ‘All These Things that I’ve Done’ frente a un público de unas 5.000 personas, el mundo ya es un lugar mejor’” (Mark Binelli, “The Killers. Reyes del rock bailable”, p. 64).