miércoles, 21 de febrero de 2007

The Jayhawks



Hace algún tiempo que quiero hablarles de este grupo. La primera canción que escuché de los Jayhawks, “Stumbling through the dark”, me hizo pensar en lo siguiente: lo viejo puede ser realmente bueno. Ahora he de explicar esta afirmación: “Stumbling through the dark” es una canción cuyo principal atractivo es simplemente ser una muestra extraordinaria y contundente del más puro (y tierno) folk-rock (no del de ahora, sino del viejo, del de siempre: el clásico). No es que los Jayhawks sean viejos. No no no; se trata de una banda que tiene su tiempo ya andando (desde 1985, aunque desde 2003 no se han vuelto a pronunciar) pero cuya producción se ubica entre los 90s y principios del 2000. La canción en cuestión es del 2003, pero bien podría ser de los años 60s. Es hermosa. Original. Sincera y tierna. Posee la cualidad de poder conmover a cualquiera. Y sin embargo, ningún artificio que pueda llamarse “novedoso” la compone. Hay que ser realmente maestros para lograr tanto con tan poco.

El disco que se inicia con esta canción se llama “Rainy Day Music”. Es el séptimo y último disco que hasta el momento ofrece este grupo. El disco confirma la primera impresión que “Stumbling through the dark” te deja en los oídos: el más puro y simple folk-rock de raíces countries (o country-alternativa, como le llaman ahora) se desarrolla, cual clase maestra tanto para aprendices como para expertos, a lo largo de sus 14 temas, explorando todas las posibilidades del género. Tenemos simples y melodiosas canciones, “baladas” (si les quiere llamar así) como “Stumbling through the dark” o “All the right reasons”; canciones más inclinadas hacia el country, como “Save it for the rainy day” o “Angelyne”; muestras del más enérgico rock and roll, bailable por supuesto, como “Come to the river”; canciones fuertes y fugaces, vibrantes como corrientes de viento (de un día lluvioso, por supuesto) como “Tailspin” o “Eyes of Sarahjane”; momentos de lenta tensión como “You look so young”; momentos de inigualable profundidad como “Tampa to Tulsa” o “Will I see you in heaven”.

Todas las posibilidades del género. Todo con los únicos (imprescindibles y clásicos) recursos: guitarras, bajos, batería y algo de harmónica, una genial habilidad para decir lo que se tiene que se decir y una especial sensibilidad para elaborar desde sus raíces el género mismo desde el cual nació el rock (con todas sus variantes) que llega hasta nuestros días. El disco es del 2003, pero bien podría ser de los 60s o pertenecer al futuro. No creo que este disco pueda pasar desapercibido a personas sensibles, ahora, ayer ni nunca. Para mí, quedará definitivamente en la lista de imprescindibles.

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